miércoles, 19 de enero de 2011

ROMERIA EN EL HERRADERO (2)



"En el último compartimento del corral, estaba ya preparada la fragua, donde se calentaban los hierros con las marcas de los ganaderos.  Éstos indicaban, desde las alambradas, los animales que tenían que ser herrados con sus marcas, y los gañanes los hacían pasar por el corredor de estacas hasta que entraban en el corral.  Desde lo alto de las tapias, dos hombres dirigían a las reses, una a una, hasta la fragua, donde eran derribadas y atadas.  Como cada becerro se defendía, esforzándose por recobrar la libertad, era preciso dominarlo entre tres o cuatro hombres.  Mientras se le aplicaba el hierro calentado al rojo vivo, el más fuerte le sujetaba la cabeza, apoyándola en un saco de paja, para evitar que, con los movimientos desesperados del animal, se le lastimasen los cuernos.

Al poco tiempo, en el aire se respiraba un olor penetrante a pelo quemado y carne asada.

En  cuanto las reses habían sido herradas, eran empujadas hacia una puerta que daba al campo.  Generalmente salían disparadas, y no paraban hasta verse lejos de la gente, pero algunas veces se detenían entre los curiosos, sembrando el natural pánico.  Uno de los animales, que tenía ya aspecto de toro, arremetió contra uno de los espectadores y lo persiguió sañudamente.  El hombre, acosado por el torito, subió hacia las casas del poblado, cuyas puertas se iban cerrando precipitadamente.  Viéndose acorralado, el hombre no tuvo más remedio que meterse en un horno de pan  (MI NOTA:  supongo que apagado...).

Una vez terminada la faena del herradero, se organizó, en el mismo corral, una especie de capea, donde además de los gañanes y de los que habían herrado las reses, torearon algunos de los que vinieron a presenciar la fiesta.  Uno de ellos recibió un puntazo de consideración en el muslo.  Se lo llevaron rápidamente a Candera, para que don Joaquín hiciera una primera cura antes de llevárselo a Córdoba.

Entre tanto, en el campo se organizaba una animada romería.  Se encendieron fogatas, sobre las cuales las mujeres y algunos hombres maduros preparaban sus comidas en pucheros, cazuelas y sartenes.  Allí mismo se desollaban y descuartizaban corderos, liebres y conejos, se desplumaban perdices y gallinas, se picaban cebollas, se pelaban patatas...  Las mujeres se afanaban alrededor de las fogatas, y los hombres traían ramas secas para mantener el fuego.  Entre tanto, las botellas de vino manchego circulaban de grupo en grupo, pues, como es sabido, los andaluces acostumbran a beber antes de las comidas.

Un par de horas después, mientras los mayores y los chiquillos seguían comiendo, los jóvenes empezaron a reunirse para bailar en el círculo arenoso que quedaba delante del pabellón de caza.  El mozo de un cortijo fue a templar la guitarra; Mauro, el chófer de "El Potrerizo", sacó un violín, y un cabrero viejo empezó a tocar la zampoña.  Pronto se les agregó un chico de "El Roquero" con una trompeta, en la que comenzó a soplar con todas sus fuerzas.  Los cuatro instrumentos, cada uno por su lado, empezaron a hacer ruido.  En la pequeña plaza iba concentrándose una abigarrada juventud, que comenzó a bailar al son de aquella música estridente."  (Continuará)

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EXCURSION TO THE CATTLE BRANDING (2)

In the pound's last compartment, the forge was ready to heat the owners' different brand irons.  From the barbed wire they indicated which animals had to be marked with their brands; labourers made the animals  go through the stakes' corridor until they entered the pound.  Two men led the calves, one by one, to the forge where they were pushed down to the ground and tied.  Since each calf defended itself, trying desperately to recover its freedom, three or four men held on to the animal.  While it was being branded with a red-hot iron, the strongest man leaned the calf's head over a straw sack in order to avoid, due to the animal's desperate movements, damage to its horns.

Soon one could breathe a pungent burnt-hair and roast meat odour.

As soon as the calves were branded, they were pushed towards a gate and out to the field.  They usually ran away and didn't stop until they were far away from everyone but, sometimes, they stopped in front of the people which caused a natural panic. One of the animals, that already looked like a bull, went after one of the spectators, furiously chasing him.  The man, running away from the young bull, went up to the settlement houses which doors quickly slammed shut.  Seeing himself cornered, the man didn't have any other choice but to go inside a bread oven (MY NOTE:  I presume not lit...).

Once the branding was over, an amateur bullfight was organized in the same pound, where the labourers as well as those who had branded the herd, and some people who had come to see it, participated.  One of them was wounded on his thigh by a young bull.  He was quickly taken to Candera so that don Joaquín would do the first cure before taking him to Córdoba.

Meanwhile in the country a lively party was being organized.  Bonfires were lit, over which women and some older men cooked their meals in pots and pans.  Right there, lambs, hares and rabbits were sacrificed and cut; partridges and chickens were plucked, onions were chopped and potatoes peeled...  The women fussed about around the bonfires and the men brought dried branches to keep the fires going.  Bottles of red wine circulated from group to group as it is well known that Andalusians are used to drinking before their meals.

A few hours later, while the adults and children were still eating, the younger ones began gathering in front of the hunting pavilion.  There was a round sandy spot where they could dance.  A young farmer started strumming his guitar; Mauro, "El Potrerizo's" chauffeur, took out a violin and an old goat shepherd started to play a pan pipe.  Soon another boy from "El Roquero" with a trumpet, joined them and started to blow it with all his might.  The four instruments, each one on their own, started to make noise.  The small square bursted with young people dancing to the shrill music.  (It will continue)

15 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Y además seguro que podían fumar.

Que tiempos aquellos antes de la esclavitud...

Besos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Siempre me ha parecido un acto cruel con las reses. Se sigue haciendo, ahora que hay otros métodos.
Besos.

Unknown dijo...

Empezó a templar la guitarra… menuda frase para después acompañarla de un violín, una zampoña y una estridente trompeta.
Estos días voy a trancas y a barrancas. Pero me voy poniendo al día.
Un abrazo

Asun dijo...

Mujer, lo del horno de pan igual se refiere a la casa donde se horneaba el pan de todo el pueblo. Según yo le he oído a mi madre, en el pueblo se amasaba el pan en casa y luego iban al horno, que era como te he dicho.

Dice tu tía que los andaluces acostumbran a beber antes de las comidas, toma, y los vascos y tantos otros jejejejeje. Anda que no saben ricos unos vinitos antes de comer.

Besos

Thiago dijo...

jaj que bien lo pasaban, aunque supongo que acabarían batiendo palmas y bailando por sevillanas, lo más divertidod de todoe, es no obstante, tu nota, jajaj.


Bezos.

Myriam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Myriam dijo...

Me imagino que toda esta actividad de campo y los festejos debieron ser una experiencia muy especial para María y Miguel. Que buena idea tuvieron de querer participàr observando, comiendo.

En cuanto a los animales: No sé que es peor ¿la yerra o la castración?

Besos
En lugar de yerra ahora creo que se marcan en las orejas con etiquetas.

Z dijo...

Me recuerda a las fiestas que me cuentan mi abuela la ciclista y mi tía abuela de cuando salían de juerga por el pueblo. Como no había tocadiscos, un vecino sacaba el acordeón y hala, ¡festa rachada!, como decimos por Galicia.

:D

Merche Pallarés dijo...

TORO, seguro...ja,ja... Besotes, M.

PEDRO, no tengo ni idea si se sigue herrando así, igual hoy en día existen otros métodos... Besotes, M.

JAN, ¿Te imaginas la cacofonía? Besotes, M.

ASUN, es que yo me imagino el horno de pan como tienen las casas payesas de Ibiza. Afuera de la casa pero igual tienes razón y era una casa-horno. Y lo de beber antes de las comidas como bien dices no es solo cosa de los andaluces... Aunque quizá en aquellos años en casa de mis tíos no acostumbraban a beber hasta que estuvieran sentados a la mesa. Besotes, M.

THIAGO, por supuesto las palmas y las sevillanas, seguro que no faltaron... Besotes, M.

MYRIAM, eso de marcarles en la oreja con una etiqueta me parece mucho menos cruel y más moderno, sin duda alguna. Besotes, M.

Z, así supongo que eran las fiestas de los pueblos, cualquiera tocaba el instrumento que podía y ¡a bailar! Besotes, M.

Romek Dubczek dijo...

Pobres animalillos. Está muy bien escrito pero no puedo dejar de sentir lástima por lo que hacen con ellos.
un abrazo :)

Merche Pallarés dijo...

ROMEK, ley de vida para los pobres animales y según mi blogger canadiense, NORTHSHOREWOMAN, parece ser que el "branding" de SERES HUMANOS es la última moda en los USA. O sea, qué ¡agárrate! porque pronto nos invadirá en Europa... Por supuesto que YO no me apuntaré... Besotes, M.

FERNANDOG dijo...

Merche:

Por fin puedo entrar en tu blog!!.
Algo pasaba, pues me rechazaba constantemente publicar comentarios.

En primer lugar, y con mucho retraso! felicidades por tu cumple.
Ya veo que has cambiado de relato..Me impresiona tu constancia.

Espero que estés contenta en tu nueva casa y en Barcelona.

Te escribo estas líneas desde Málaga, en viaje de trabajo.

Besos.

Un beso

Merche Pallarés dijo...

FERNANDOG, nunca me imaginé que tuvieras problemas accediendo a mi blog. Gracias por tu felicitación. El lunes 7 de febrero regreso a Ibiza a hacer la temporada del Imserso, o sea que cuando vaya a Formentera ¡nos veremos! Muchos besotes, M.

Oz Vega dijo...

Cuando veo hacer eso a los animales, siento que me duele en mi propia carne... casi puedo olerme chamuzcado a mi mismo...
Hola!
hiciste un lindo comentario de mi en el blog de thiago y me dieron ganas de pasar a saludarte...
Hola!
:D

Merche Pallarés dijo...

OZ VEGA, ¡Gracias por tu visita! Ven cuando quieras. Muchos besotes, M.