sábado, 30 de junio de 2012

LEAH LEIBERT


Sigo con mis entrevistas en el Diario de Ibiza (2001) (sin traducción al inglés)
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I'm continuing with my interviews for the Ibiza Journal (2001) (without an English translation)
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"IBIZA SE HA DEGRADADO Y VULGARIZADO ENORMEMENTE"

Leah Leibert, genio y figura hasta la sepultura, es una batalladora americana de Nueva York que llegó con la primera oleada de hippies a finales de los sesenta.  Fue una de las vendedoras pioneras del primer mercadillo hippy que existió en la isla, el de los arcos del Patio de Armas.  Aunque en la actualidad tiene setenta y cinco años (no los aparenta para nada) no era de la generación de los hippies pero adoptó con gusto sus maneras de vestir y de vivir.  Lleva su pelo blanco corto y tiene una figura delgada que la rejuvenece.  Es muy andarina y siempre va acompañada de sus dos perritos marrones de raza indefinida.  Me recibe en su amplio piso lleno de esculturas, pinturas y tapices orientales amén de profusión de plantas.  Los perritos juguetean alrededor y uno de ellos insiste en traerme un hueso de plástico para que yo se lo tire y así lanzarse corriendo a recogerlo.

Antes de hablar de tu llegada a Ibiza, ¿es cierto que perteneciste al Ejército norteamericano?

Sí, cuando acabó la II Guerra Mundial estuve de telefonista en Berlin.  La ciudad estaba destrozada y el olor que impregnaba el ambiente era nauseabundo.  La gente mayor intentaba rehacer sus casas con ladrillos que encontraban entre los escombros.  Todo era muy patético y triste.

¿Cuándo y por qué entraste en el ejército?

-  Cuando estalló la guerra, yo trabajaba en un almacén textil de Nueva York etiquetando las prendas y estudiando comercio por la noche.  Me aburría como una ostra y encima mi novio fue llamado a filas.  Decidí incorporarme también pero sólo tenía dieciocho años y había que tener veinte para hacerlo, entonces falsifiqué toda mi documentación (incluida la firma de mi padre) y me aceptaron en la Second Airborne Army (Segunda Armada de Transporte Aéreo) el 7 de diciembre de 1943.

¿A dónde te enviaron?

-  A una clínica dental de San Francisco, California, como recepcionista pero lo que más hacía era jugar al baseball y al baloncesto, que me encantaba.  Tuve una experiencia inolvidable jugando al baseball en el Presidio (un parque de San Francisco) porque mi padre también había jugado allí durante la I Guerra Mundial.

Qué coincidencia..., ¿por cierto, llegaste a ver a tu novio?

No, porque cuando me destinaron a Europa, él regresó a Estados Unidos.  La verdad es que pasamos toda la guerra cruzándonos (risas).

¿Alguna anécdota digna de mención?

-  Nuestro jefe, el General Gavin, un hombre muy apuesto, muy atractivo que todos pensábamos tuvo un "affaire" con Marlene Dietrich, ya que venía muy a menudo a cantar para nosotros más que nada debido, creo yo, a esta circunstancia.  Siempre cantaba sentada en un taburete enseñando sus largas y legendarias piernas.

¿Qué hiciste cuando acabó la guerra?

-  Regresé a Nueva York y empecé a trabajar como camarera en un barco de cruceros.  Cuando vendieron el barco, hice un curso de cocinera y pastelera.  Quise entrar a trabajar en la marina mercante pero no me aceptaron con la excusa de que los barcos mercantes solo tenían retretes para hombres.  Pedí trabajo a tres compañías y las tres me rechazaron.  Las denuncié por discriminación y gané.

Te darían un buen dinero... ¿Y después?

-  Trabajé en un mercante durante tres meses.  Era la única mujer y fue horrible.  Lo dejé y me vine a Europa con unos amigos.


¿Fue cuando llegaste a Ibiza?

-  Primero estuvimos viajando durante cuatro meses, y estando en Marruecos conocí a Chris Smith que tenía una casa en San Miguel.  El nos habló muy bien de la isla y decidimos venir.

¿Qué te pareció al llegar?

-  Maravillosa.  Llegamos un día de diciembre, el sol brillaba, el aire era limpio y nítido y la gente que veía muy original y auténtica.  Me enamoré de la isla.  Nos instalamos en una casa payesa de San Lorenzo sin agua y sin luz.

Fuiste una de las primeras vendedoras del primer mercadillo hippy de los arcos, ¿cómo fue eso?

-  Alrededor de la casa había muchas cañas de mimbre, empecé a tejer unos triángulos de lana de diferentes colores que en México llaman "Ojos de Dios"Los colocaba en las cañas.  Una amiga tenía un puesto en los arcos y se ofreció a vendérmelos.  Solía bajar cada mañana en autobús para dejarle los "Ojos" y volvía por la noche para ver si había vendido alguno y llevarme el resto.  Una vez me entregó quinientas pesetas de unas ventas y me sentí millonaria porque en la época era muchísimo dinero.

Pero yo te recuerdo con tu propio puesto

-  Porque mi amiga decidió irse de Ibiza y me dejó su puesto y así estuve durante doce años.  Cada dos semanas pagaba setenta y cinco pesetas al ayuntamiento.

  Has tenido tu propia boutique en Dalt Vila ¿no?

-   Cuando decidieron quitar los puestos de los arcos en los ochenta, me asocié con unos amigos y llevamos una tienda pero al poco me harté y decidí abrir mi propio local.  Lo he tenido hasta este año.  Allí estaba muy relajada, sentada, haciendo mis joyas, un trabajo que me gustaba mucho porque era muy creativo y eso que aparte de un curso de arte donde destaqué en diseño y combinación de colores que había hecho estando en el ejército, no tenía ni idea de como hacerlas.  En el fondo siempre fui autodidacta.

Recordarás un montón de anécdotas teniendo la tienda tan céntrica como la tenías

-  Sí, recuerdo cuando vino la Reina Sofía.  Venía con un pañuelo en la cabeza que sólo dejaba ver su cara y la vi tan alta (yo pensaba que era más bajita) que le dije en inglés:  "You look a lot like Queen Sofía" (se parece mucho a la reina Sofía) y ella me contestó:  "I am Sofia" (soy Sofia).  Muy agradable.  Me compró unos pendientes.  Un fotógrafo alemán le sacó una foto saliendo del local que yo posteriormente enmarqué y ese verano los pendientes se vendieron como rosquillas.
Otra vez entró el diseñador Gucci que compró un montón de cosas.  Le dije que le haría un descuento.  La señora que le acompañaba me susurró al oido que era Gucci entonces le contesté que me importaba un pimiento si era Gucci o Pucci, que le haría el descuento igual.

Y, ahora, ¿qué te parece Ibiza?

-  Un desastre.  Estoy deseando que llegue el verano para marcharme.  El invierno aún me gusta pero ya no puedo con los veranos.  Se ha convertido en una pocilga, todo sucio, gente fea y de clase baja por todas partes.  Los ibicencos se han vuelto demasiado avariciosos, todo está carísimo.  ¡Qué diferencia con la Ibiza de antes!  Se ha degradado y vulgarizado enormemente aunque  también es verdad que todo el mundo está igual, pero Ibiza me duele.  Por ejemplo, todavía hoy recibo tarjetas de navidad de visitantes que me compraron en los arcos, que yo muchas veces ni me acuerdo quienes eran, pero en estos últimos años he visto una gran diferencia en la gente que nos visita--no tienen educación, entran como Pedro por su casa sin el más mínimo decoro (los ingleses sin camiseta) sacando fotos sin pedir permiso, manoseando todo para después no comprar nada  Tuve que poner letreros por la tienda prohibiendo las fotos.
Las discotecas se están haciendo los amos de todo, ¡hasta ya tienen sus propias boutiques! y la gente joven disfruta de un paraiso artificial, virtual y creen que como están en Ibiza, pueden hacer lo que quieran.  Una vergüenza.

¿Algo mas?

Sí.  Otra cosa que me enfurece es que no pueda llevar mis perros a la playa desde mayo a octubre cuando yo pago impuestos, y sin embargo vengan unos turistas y ellos sí que pueden hacer lo que les de la gana.  No es justo.

 


sábado, 23 de junio de 2012

LYDIA HATVANY



Entrevistas en el "Diario de Ibiza" 2001 - (sin traducción al inglés)
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Interviews in the Ibiza Journal 2001 - (without an English translation)
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Lydia Hatvany de Martínez Campos, nacida en un castillo con el título de Baronesa de Hatvany, nieta de la Duquesa de la Torre, es otra de las bellezas que llegaron a Ibiza en los años cincuenta.  Alta, delgada, con unos preciosos ojos verdes, el pelo blanco largo (de joven era caoba) lo lleva en un coqueto "chignon" que le favorece enormemente.  Estamos en su espacioso piso, decorado con un ligero toque japonés y como música de fondo una enigmática melodía tántrica.

"TENGO FE EN LA NUEVA GENERACIÓN IBICENCA"

Hablas el castellano con un ligero acento inglés ¿a qué es debido?

-  Pasé mi infancia en Inglaterra.  Mi madre que era española, se casó con un húngaro y se fue a vivir a Hungría, donde nací.  Cuando estalló la II Guerra Mundial nos tuvimos que refugiar en Londres.


¿Cuándo viniste a la isla por primera vez?

- En 1954, a los diecisiete años.  Vine a pasar el mes de septiembre con mi abuela, que tenía una casa preciosa en San Antonio cuando éste era un bellísimo pueblo de pescadores.

¿Qué impresión te causó?

Un sueño total.  Un mundo tan diferente, tan africano, tan poético y auténtico.  En casa de mi abuela había una noria y la mula iba dando vueltas para sacar el agua.  La cocina era de carbón.  También me llamó mucho la atención los diferentes aromas:  del mar, de las hierbas, de las flores.
El día que llegué, mi abuela me vino a buscar muy temprano al muelle de Ibiza.  Llegué en el barco que traía el correo acompañada de gallinas y cerdos.  Cogimos uno de los dos taxis que existían entonces y tardamos ¡tres horas! en llegar a San Antonio.

¿Tanto tiempo?

Sí, porque parábamos en todas las casas payesas del trayecto.  Había que entregar recados, recoger alguna cuerda para atar algo suelto del motor, beber unas hierbas...  La carretera no estaba asfaltada, tenía la sequedad típica de septiembre y muchos baches.  Viajamos envueltos en una nube de polvo, botando de un lado a otro.

Un viaje muy pintoresco e inolvidable.  ¿Cuándo te instalaste definitivamente?

Seguí viniendo todos los años de vacaciones pero en 1970 ya me quedé a vivir con mis dos hijos  Vivimos en una casa payesa que reformé, por supuesto sin electricidad.  Cuando daba fiestas venían los músicos de Ibiza a tocar en vivo e ilustres artistas de fuera como Taj Mahal.  Para mis hijos la isla fue un paraiso, sin ningún peligro, crecieron libres y salvajes con el cielo como techo y el campo su jardín.

Y ¿de qué vivías?

Mi pasión siempre ha sido la pintura, pero cuando mis hijos eran pequeños no podía dedicarme sólo a pintar, entonces abrí una boutique en la cuesta de la Drassaneta llamada "Azibi" (Ibiza al revés).  Diseñaba todo lo que vendía y lo que agradezco mucho a Ibiza es que me dio la oportunidad de desarrollar mi creatividad con libertad.  La boutique era unisex, que era una novedad en la España de entonces.

¿Cuánto tiempo la tuviste?

Seis o siete años  Posteriormente cuando mis hijos crecieron, iba a Nueva York a vender mis modelos.  En aquellos años el mundo de la moda se inspiró muchísimo con las creaciones que hacíamos en Ibiza.  Venían de todo el mundo a inspirarse y copiarnos básicamente.

¿Te has quedado aquí todos estos años?

-  Bueno, viajo mucho pero sí, mi casa, mi base, está aquí.

¿Qué piensas de los cambios que han tenido lugar en la isla?

-  Reconozco que el mundo entero ha cambiado.  He seguido volviendo a Ibiza a través de estos años con una gran nostalgia de la poesía que la isla era para mi.  No he querido realmente hacer frente a los cambios que no me gustan pero no se pueden ignorar porque están ahí.  Veo muchísimas cosas muy feas que me dan pena porque han ignorado la belleza y el encanto que tenían.  ¿Dónde están las avenidas con árboles que existían antes?  Excepto la entrada de San Antonio todas han desaparecido.  Las playas están muy sucias.
La hospitalidad y la gran acogida que siempre nos brindaron los ibicencos también se ha esfumado, pienso que ahora han saboteado la riqueza de su arquitectura y del campo a favor de los negocios y las riquezas materiales.  Tienen la enfermedad de la "cementosis" y lo que está enterrado debajo del cemento es difícil recuperarlo.

¿Qué ideas tienes para una posible mejora de la isla?

-  Desgraciadamente no veo muchas posibilidades, aunque parece que por fin han controlado un poco la edificación.   Sin embargo tengo fe en la nueva generación ibicenca porque es fantástica.  Han sabido aprovechar la oportunidad de estudiar fuera, de ver otros mundos y creo que les deberían dejar que tomen las riendas del destino de estas islas.

¿A qué te dedicas ahora?

-  A mis pasiones.  La pintura y el Reiki, un sistema japonés de sanación natural.  De hecho soy Maestra de Reiki.  Ahora tengo tiempo para dedicarme a tiempo completo a mis pasiones y el campo de Ibiza sigue inspirándome.

  

   

domingo, 17 de junio de 2012

ANTONIO VILLANUEVA


Entrevistas en el Diario de Ibiza (2001) (sin traducción al inglés)
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Interviews in the Ibiza Journal (2001) (without an English translation)
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 "IBIZA HA PERDIDO UNA OPORTUNIDAD ÚNICA DE MANTENER UN PARAISO"


Antonio Villanueva, atractivo toledano, bastante donjuanesco y un gran, gran pintor, llegó a Ibiza en 1968 después de un periplo por París donde comenzó a pintar en serio.  Antes había hecho tiras satíricas para dos periódicos de Madrid, "Informaciones" y "Pueblo".
Estamos en su espacioso estudio de altos techos, rodeados de música y literatura, temas de algunos de sus bellísimos cuadros.

Antonio, tu época en estos dos ya desaparecidos diarios debió de ser muy estimulante.

-  Hacía una tira llamada "Jeremías" y, sí, fue muy estimulante porque conocí a grandes periodistas como Raúl del Pozo, Paco Umbral, Cuco Cerecedo y muchísimos mas.


¿Cómo es que decidiste dejarlo todo y venirte a Ibiza?

- Yo era muy trotamundos y mucha gente me hablaba de la isla.  Llegué en avión y alquilé una casa que pronto se fue llenando de amigos; todos quedamos encantados con Ibiza.


¿Qué es lo que más te llamó la atención?

Lo que más me impresionó fue la cantidad de gente de diferentes clases sociales que vivían y convivían sin diferencia alguna, el punto de unión era la gran calidad humana de todos los que aparecían por aquí.  Eramos una gran familia, como si nos conociésemos de antes.  En Santa Eulalia, Sandy's Bar era el lugar de reunión  Había muchos ingleses, canadienses, americanos, suecos.  Yo no hablaba mucho inglés pero creían que era muy sabio porque a todos les contestaba: "It doesn't matter" (no importa)--frase que me salía muy bien--y, claro, todos pensaban que era un genio (risas).  En aquellos tiempos yo era prácticamente el único español entre ese grupo de extranjeros.

¿Algún recuerdo en especial?

Yo era muy amigo del pintor Mompó.  A raiz de un infarto que tuvo y una vez repuesto, vino a verme porque quería saber cómo se fumaba la marihuana ya que el médico se la había recomendado.  Yo no tenía marihuana en ese momento o sea que puse tabaco desmenuzado en una pipa y le advertí que tuviera cuidado porque la primera vez se podía marear.  Dio unas largas caladas a la pipa y..., se mareó (risas).

Estudiaste ingeniería y luego te dedicaste a pintar ¿también estudiaste en Bellas Artes?

-  No, no creo en las academias de pintura.  Aprendí en París visitando los museos e inspirándome con los cuadros de los grandes pintores.


También hiciste una pelicula, ¿no?

-  Hice un corto titulado "Fuga sin tocata, 2ª parte" que por cierto ganó el premio Internacional de Cortos de Ibiza.


Según Sandy, tu salvaste al propietario del Circo Azul, ¿te acuerdas de cuánto recaudó?

La cifra exacta no la sé pero recaudó lo suficiente para dar de comer a sus animales, pagar sus deudas y poder salir de la isla.


¿Cual es tu opinión de la Ibiza actual?

Pienso que se ha perdido una oportunidad histórica única de mantener un paraiso.  Ha sido debido a una falta de cultura y sentimientos, básicamente.  Es un círculo vicioso.  Vienen trabajadores de fuera que luego se quedan, compran casas con hipotecas que no pueden pagar, las casas se quedan obsoletas y por lo tanto continuan edificando.  Tampoco ayuda el turismo masivo.  Se está perdiendo calidad de vida; antes era un placer conducir, ahora es un tormento.


¿Crees que tiene arreglo?

Pienso que aún hay algo que se puede hacer.  Replantearse la cuestión, saber dónde se quiere ir y sobretodo dónde no se quiere ir.


¿Cuales son tus próximos proyectos?

-  En febrero tengo una exposición en Abu Dhabi invitado por los Emirato Árabes, también estoy trabajando en un libro sobre Ibiza pero no la típica, sino su esencia, el absoluto de la isla.  Estoy muy entusiasmado con este proyecto.  Y, de ahora en adelante, he decidido ponerme a pintar bien y en serio (risas).

martes, 12 de junio de 2012

MORA


                                                          El vestido es diseño de Paula's



Entrevistas en el Diario de Ibiza (2001) (Sin traducción al inglés)

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Interviews in the Ibiza Journal (2001) (Without an English translation)

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Mora, simplemente Mora, sin apellidos, es y ha sido una mujer espectacular.  Si alguien puede ser denominada "el cuerpo" esa es y ha sido Mora.  Que se quiten las "Elle McPhersons" del mundo.  Entrada en la sesentena, abuela de tres nietos, el mayor de dieciocho años, aún conserva su figura escultural.  Es un fenómeno de la naturaleza.  Aparte de sus vestimentas estrafalarias y originales, sus preciosos ojos verdes reflejan la belleza de su alma.  Me recibe en su casa rústica en la cima de un monte, hemos tenido que trepar por un camino de piedras muy empinado para poder llegar.  Me he sentido escaladora.  La casa parece "la cueva de Alí Babá" por la cantidad de artilugios que contiene:  en la terraza hay esculturas de su marido Djin, muchas piedras, piezas de hierro forjado, troncos de madera y no hablemos de los animales, dos perros, dos pavos reales uno blanco magnífico y otro multicolor, unos cuantos gatos, patos, gallinas..., y en el interior una decoración profusa de cuadros pintados por Djin, almohadones hindúes, ropa de Mora, en fin, una casa muy vivida, muy curiosa.

"MI ALMA DE GITANA NÓMADA SE SENTÍA ENCORSETADA EN ALEMANIA"

¿Quién te dio el nombre de Mora, que suena muy España cañí?

Mi primer marido, que era italiano, empezó a llamarme "Moretta" (morenita en italiano), luego lo acortó y quedo en "Mora".  Me gustó y siempre me he llamado así.

¿Cuándo te instalaste en Ibiza?

En 1974, porque antes viví dos años en Formentera.

¿Cómo conociste las Pitiusas?

En los setenta, mi compañero Sacha y yo teníamos una discoteca en Düsseldorf  llamada "Mora's Lovers' Club" que tenía mucho éxito (nota de la entrevistadora:  aunque "lovers" en inglés quiere decir "amantes" en este caso significa el club de los "admiradores" de Mora).  Muchos de nuestros clientes nos hablaban de Ibiza y Formentera.  La verdad es que en Alemania no me sentía bien debido al trauma de la guerra y el encorsamiento general del carácter alemán que no iba conmigo, porque yo me sentía más gitana, más nómada, más libre y me gustaba mucho la naturaleza.  Un día una amiga mía, "hippy Rosie", llegó de la India y me dijo:  "Mora tienes que ir a Ibiza.  Es el lugar para tí".  Decidí  venir por una semana a ver cómo era y si me gustaba.  Nada más llegar sentí que era mi casa.  Fue amor a primera vista.   Entonces le dije a Sacha que vendiera todo y que viniera.

Pero recalasteis en Formentera ¿por qué?

-  Quizá porque había más alemanes aunque luego este hecho nos molestó.  La isla tenía su encanto pero yo echaba de menos las montañas.  Formentera era muy seca y plana y yo soy originaria de la Selva Negra de Alemania.  De todas formas nos quedamos dos años viviendo de las rentas pero luego decidimos mudarnos a Ibiza.

¿Más o menos cuándo se os acabó el dinero?

-  Más o menos, sí (risas).  Me fuí al puerto y pregunté al dueño del "Mono Desnudo"que era un alemán en aquella época, si tendría algun trabajo para mi.  Él ya me conocía de la discoteca de Düsseldorf y me dijo que sí que podía simplemente estar como relaciones públicas, que no necesitaba trabajar, pero yo le dije que no, que quería ser una camarera más y así empecé.  Cada día me vestía de manera diferente, un día de hippy, el otro de zíngara, el otro de pirata...

Sí, sí, me acuerdo.  Fue la época dorada del "Mono Desnudo".  ¿Cuánto tiempo trabajaste allí?

-  Dos temporadas porque luego Heinz, el dueño, abrió "El Tango" y allí trabajé unos cinco años.


Tendrás bastantes anécdotas de aquellos tiempos ¿no?


-  Muchísimas, pero no me acuerdo.  Bueno, sí, recuerdo cuando vino Gunter Sachs con su séquito al "Mono".  Yo iba con todos mis abalorios:  pulseras, pendientes, collares y al servirle las copas dijo:  "¡Parece que estamos en la Roma de los césares!".   Por cierto que al año siguiente fui de vacaciones a St. Tropez y llevaba los mismos abalorios, me topé con Gunter y se acordó de mi  y del "Mono" por ellos.

No seas tan modesta, no creo que fuera solamente por tus "abalorios"...  Volviendo a Ibiza, ¿dónde vivíais?

-  En Dalt Vila.  Vivimos dos años en una casa al lado del convento de las monjas y luego un año donde ahora se encuentra el Hotel La Ventana.


Pero llevas muchos años viviendo en el campo.

-  A finales de los setenta decidimos comprar esta casa porque eran muy baratas en aquellos tiempos.  Y sí, sigo aquí desde entonces.


Ahora te dedicas a diseñar ropa ¿cuándo empezaste?

Cuando trabajaba en el "Tango".  Un día apareció Dora Herbst y me preguntó dónde compraba mi ropa, le dije que me la hacía yo (aprendí a coser con mi abuela suiza).  Dora me ofreció colaborar con ella para la feria de "prét-à-porter" en París.  Hice una colección pequeña y participamos en la feria.  Algunas boutiques me hicieron grandes pedidos como, por ejemplo, cincuenta faldas, pero yo no quise porque quería que mis prendas fueran únicas.  Paloma Picasso me compró un sombrero y Gunter Sachs y Brigitte Bardot, ambos tenían boutiques en St. Tropez, compraron algunas de mis creaciones.


¿También colaboraste con Paula's?

Sí, durante muchos años como modelo.


¿Qué pasó con tu inseparable compañero, Sacha?

-  Después de dieciocho años de convivencia, fui a Düsseldorf a un desfile que hice con otros diseñadores y allí conocí a Djin, mi marido actual.  Sacha sigue viviendo aquí, en Santa Gertrudis y se dedica a la jardinería.  Seguimos siendo buenos amigos.


¿Qué te parece la isla ahora?

-  En veinticinco años ha habido un cambio enorme y rápido pero tenemos que vivir en el presente.  No se puede añorar el pasado.  Ahora es como es.  Sin embargo yo vivo feliz en el campo.  Me levanto cada mañana a las siete y me voy de caminata porque me encanta ver las salidas del sol.  Sigo sin agua y sin luz y como ves con muchos animales:  burros, gallinas, pavos reales, patos, perros y gatos.


Los burros no los he visto.

Este verano los vendimos porque daban muchísimo trabajo.  Llegamos a tener siete, se multiplicaban como los conejos (risas).


¿No me digas que subes y bajas esta cuesta a diario?

Oh, sí, varias veces al día.


Ahora me explico por qué tienes el cuerpazo que tienes.  Djin, tu marido, es un manitas, hace de todo ¿verdad?

-  Sí, es un caso.  Aparte de cuidar de la casa como yo, es escultor, pintor, ha hecho la casa pequeña que ves aquí y también hace dibujos animados para películas.


¿Por qué sigues aquí?

La razón primordial por la cual sigo aquí es por mi comunión espiritual con la naturaleza.  También me siento en familia con mis amigos payeses y con todos los demás.  Cada año me noto más joven interiormente, más abierta, menos frustrada.  Mi salud es muy buena, gracias a Dios.  Resumiendo, creo que he encontrado la felicidad que es lo que deseo a todo el mundo.  En un plano más material me gustaría que en Ibiza existiera un local donde se pudiera disfrutar un poco de todo y más temprano, digamos a partir de las ocho de la tarde, con buena música en vivo y/o en disco para que la gente de nuestra generación pudiéramos ir a bailar.

Estoy completamente de acuerdo porque es una lástima que no podamos disfrutar de un buen bailoteo que es un ejercicio excelente, a una hora decente.  Creo que una discoteca abre por la tarde.

-  Sí, para los quinceañeros...

Pues deberían hacerlo para las abuelas como nosotras también (risas). 

NOTA MÍA:  Los que vayais a Ibiza igual la podeis ver en el Mercadillo de las Dalias (San Carlos)  los sábados donde vende sus originales prendas.  Ya tiene setenta y pico de años pero sigue siendo espectacular y original. 





lunes, 11 de junio de 2012

JOHNNIS


Entrevistas en el Diario de Ibiza-2001 (sin traducción al inglés)
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Interviews in the Ibiza Journal -2001 (without an English translation)
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Johnnis Washington de Lunow es la belleza oronda americana que todos hemos visto alguna vez, paseando su gran humanidad de piel canela con garbo, gracia y armonía por las calles de Ibiza.  Desde el año  1969 ha sido un personaje fijo del paisaje de la isla.  Nació en Cleveland, Ohio, pero su hogar se encuentra aquí.  Estamos sentadas en la terraza del Montesol rememorando viejos tiempos.

"ANTES VIVÍAMOS FUERA DEL MUNDO, AHORA ESTAMOS EN ÉL"

Johnnis, ¿cuándo descubriste la isla?

En 1969 al acabar mis estudios de arqueología y antropología en la "Ohio State University" (Universidad estatal de Ohio), mis padres me regalaron un viaje a Europa.  Viví en París durante tres meses pero me sentía sola y deprimida.  Un día fui al "American Centre for Artists and Students" (Centro Americano para Artistas y Estudiantes), que como cotilleo te diré que fue fundado y patrocinado por Grace Kelly, Princesa de Mónaco, y allí conocí a varias personas que me hablaron de Ibiza que yo, por supuesto, no tenía ni idea de dónde estaba.  Lo averigüé y en diciembre decidí venir con dos amigas.

¿Cual fue tu impresión?

-  Me fascinó la ciudad antigua (llegamos en barco desde Barcelona) pero la imagen que tengo grabada en mi mente es el primer naranjo que vi en Talamanca.  ¡Nunca había visto las naranjas en los árboles! (risas).

Supongo que como todos, viviste en el campo.

-  Sí, nos instalamos en una casa payesa y una de las cosas que más me llamaron la atención era la paradoja del carácter de los ibicencos, por un lado tan herméticos pero al mismo tiempo de una gran tolerancia y paciencia hacia nosotros.  Por ejemplo, no teníamos ni idea de cómo vivir en el campo, hacíamos muchas locuras por ignorancia más que por mala fe, como aquel día que yo fui a defecar en lo que yo creía que eran hierbajos y resultó ser ¡un campo de trigo!  El payés propietario de la casa, armado de paciencia, nos explicaba que no podíamos tirar el papel higiénico por el campo y que no se nos ocurriera poner jabón en el pozo (risas)   

Viniendo de Cleveland, via París sí que debió de ser un alucine volver atrás en el tiempo, ¿no te parece?

-  Fue una sensación sublime y maravillosa; vivir en un lugar que estaba fuera del mundo.


¿Y ahora?

Ahora estamos en el mundo desgraciadamente.  Tenemos los mismos problemas que en todos los lugares desarrollados, tráfico, polución, prisas, etcétera; pero aún, aún existen rincones de la isla que conservan su encanto antiguo.  Me da una rabia tremenda cuando voy a Alemania por ejemplo, y veo que muchos tienen la idea de que Ibiza es toda una discoteca.  Sólo ven los programas basura que muestran una visión decadente de la isla.  Con toda sinceridad, ésto me rebela y me pone de muy mal humor.

¿Te quedaste en la isla desde 1969?

No, tuve que abandonarla en abril de 1971 porque ya no tenía dinero, mi pasaje de avión caducaba y además mis padres me habían regalado un viaje, no para que me quedara ¡a vivir en Europa! (risas).  Me fui con una tristeza tremenda, una sensación de vacío, de pérdida porque sentía que Ibiza era mi casa.  Me encantaba la mezcla de gentes, los almendros en flor, los naranjos y los cerezos que teníamos en los alrededores de nuestra casa payesa.   Era la primera vez en mi vida que había visto la naturaleza florecer en todo su esplendor.  Cogí el autobus al aeropuerto llorando como una magdalena porque pensaba que nunca regresaría, sin embargo un amigo que me acompañaba me dijo:  "No llores porque siempre volverás a Ibiza".

Y es verdad, ¿volviste cuándo?

Al llegar a Cleveland conseguí un trabajo como asistente social desde mayo a diciembre, ahorré dinero y me compré un billete de vuelta.  Volví a instalarme en mi casita de campo y logré vivir con 500 pesetas a la semana.  Me hice experta en recoger espárragos y puerros salvajes, de eso me alimentaba.  Hasta 1975 iba y venía porque tenía que trabajar en Estados Unidos para ahorrar dinero, pero ese año el grupo de la boutique Happy Valley formó una cooperativa donde trabajé y también conseguí un trabajo por la noche haciendo de go-go en "Lola's".  Luego en 1976 Armin abrió "Paula's" y he cooperado con ellos desde entonces.  Ya me quedé definitivamente, encantada de la vida.

¿Es cierto que Armin ha sido una persona clave en tu vida?

-  Armin es adorable.  Me abrió los ojos al mundo de la moda y me infundió una confianza en mi misma que nunca le agradeceré lo suficiente, consiguiendo que yo fuera modelo estrella de sus diseños cosa que en la vida hubiera soñado..., debido a mi corpulencia.

Creo que acertó totalmente porque los modelos te quedan geniales y te ves muy guapa.

Gracias, eres muy amable (risas).

¿Es verdad que te "desterraron" del Montesol en una ocasión?

Oh, sí, pero solo duró dieciocho horas.  Fue debido a un cúmulo de errores tipo pelicula  de los hermanos Marx (risas).  Un día estaba sentada en la terraza y un turista insistía en sacarme fotos.  Le dije que parara, que no quería que me fotografiara, pero él, erre que erre.  Yo estaba bebiendo un zumo de tomate y se lo lancé, con tal mala pata que en ese preciso instante llegaba uno de los camareros con su camisa blanca impoluta y el tomate..., cayó en su camisa.  Se lo dijo al jefe de barra y éste muy enfadado me dijo que no volviera más por el Montesol.  Al día siguiente, me tragué mi orgullo, fui a pedirle disculpas y a explicarle lo que había pasado.  Se acabó el "destierro".

¿Qué otras anécdotas recuerdas?

Más que nada de mis errores lingüísticos.  Por ejemplo iba a la carnicería y pedía kilos de "estufas" en vez de carne para estofar y en el Pío Lindo que fue el primer lugar donde vendían pollos al ast, pedía dos "pollas" en vez de pollos, cosas así.

Sin embargo, Ibiza también  ha sido causa de mucha tristeza para ti.

-  Sí, porque mi adorado esposo falleció aquí.  Conocí a Peter Lunow, un aleman que venía desde 1980.  En 1995 decidimos casarnos.  Lo hicimos en 1999 (mi sueño siempre había sido casarme en Ibiza).  Vivimos esos años idílicos viajando por toda la isla.  Peter me enseñó lugares que no sabía que existían, porque yo pensaba que ya conocía todas las calas habidas y por haber.  Nuestro amor y pasión por la isla hizo que el nuestro también fuera más intenso.  En aquellos tiempos, mi vida era muy plena.  Hasta que llegó el fatídico mes de abril de 2000.  Un día que habíamos dado una cena en casa con unos amigos, yo estaba cansada y le dije a Peter que me iba a acostar.  Le di un beso de buenas noches y me acosté.  En la madrugada me desperté inquieta, con un mal presentimiento, miré a Peter a mi lado y le vi en una postura extraña--con la cabeza hacia la almohada--.  Supe que estaba muerto.  Durante la noche había tenido un derrame cerebral.

¡Qué fuerte!  Supongo que tu mundo se vino abajo.

Ni que lo digas.  Mi mundo se desintegró, no obstante sé que Peter hubiera estado feliz de haber fallecido aquí.  El último regalo que le hice es esparcir sus cenizas por el mar.


¿Qué pasó con Ibiza a raiz de esa desgracia?

Se volvió negativa.  Veía a Peter en todos los rincones.  Decidí irme a Alemania porque Peter tenía unas propiedades  que al heredarlas, tenía que ocuparme de ellas.  Me quedé hasta junio de este año.


Pero has vuelto... ¿cuales son tus sentimientos ahora?

Sí, y al volver pensé en las palabras que me dijo mi amigo la primera vez que me fui:  "Siempre volverás a Ibiza".  Por un lado me ha costado mucho adaptarme sin Peter.  Ahora la veo con una mirada diferente, me siento más alienada, más distante.  Pero aunque voy a regresar a Alemania, supongo que siempre volveré.  Siempre encontraré un lugar que amo y mientras existan esos parajes, hay esperanza.


¿Algo más?

-  Sí.  Quisiera desde aquí dar las gracias profundas a un querido amigo ibicenco, Juan Truy de San Miguel, que se portó maravillosamente con nosotros mientras Peter vivió  y a su muerte me acompañó en el barco a esparcir sus cenizas.  El mar estaba muy embravecido y el pobre Juan aguantó estoícamente aunque se sentía mareado, pero estuvo ahí.  Un ibicenco de pro, honesto, generoso y bellísima persona.

  

   


lunes, 4 de junio de 2012

ARMIN HEINEMANN


Entrevistas en el Diario de Ibiza (2001) (Sin traducción al inglés)

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Interviews in the Ibiza Journal (2001) (Without an English translation)
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"SABÍA QUE IBIZA ESTABA EN ESPAÑA PERO NO EXACTAMENTE DÓNDE"

Armin Heinemann y Stuart Rudnik son los "Zipi y Zape" de la moda ibicenca.  Socios de la longeva boutique "Paula's" en la Calle de la Virgen.  Entrevisto a Armin en el Montesol rodeados de horribles copias de los cuadros de Botero.  Armin sigue teniendo un ligero aire hippy.  Lleva dos pendientes en cada oreja así como su sempiterna marca roja hinduista en el entrecejo y el pelo corto pero con coleta.  Tiene ojos de lince y el cuerpo fibroso, sin duda debido a la vida espartana que lleva en su casa payesa sin agua y sin luz a estas alturas del Siglo XXI.


Armin, ¿cuándo y por qué viniste a Ibiza?

-  En 1972, debido a problemas personales con mi ex-mujer en Alemania, su emancipación femenina, etcétera, cogí a mis dos hijos Paula y Mopitz y, literalmente, me escapé.  Un amigo me habló de Ibiza.  Sabia que se encontraba en España pero no sabía exactamente dónde.  Vinimos de casualidad porque lo único que yo quería era fugarme a cualquier sitio.

  ¿Cual fue tu impresión?

No tuve impresión.  Estaba tan preocupado y abrumado por mi situación personal que no me fijé en nada.  Me dirigí como un zombi a las señas de un bar en la  Calle de la Virgen, que resultó ser "The Tavern", donde un amigo me dijo que me ayudarían.  No tenía ni idea de los horarios de los bares.  Me senté delante del "Tavern" a las nueve de la mañana y hacia el mediodia me percaté que ya no abriría por la mañana.  La  vecina que vivía encima, que posteriormente sería la que haría los sombreros de "Paula's", me habló de un hostal en Talamanca.  Llegué al hostal y, con ayuda del diccionario, me entendí con la dueña.  Me instalé por dos semanas.  Al anochecer acosté a los niños y me fuí al "Tavern" a solucionar mis problemas.

¿Los solucionaste?

-  En parte, sí.  Me encontré con muchas personas que escucharon atentamente todas mis desventuras.  Cuando acabé, ellos me contaron las suyas, que resultaron ser parecidas (risas).  También conocí a una mujer que quería alquilar una casa en San Juan y allí me instalé.

¿Fue cuando decidiste quedarte?

-  En el campo conocí una vida diferente.  Descubrí a los ibicencos.  Una gente muy, muy amable de una gran calidad humana, un sentido de familia muy fuerte y una tolerancia extraordinaria.  Eso me gustó mucho porque me ayudaba a superar mis problemas.  Era un bálsamo para mi corazón.  Decidí quedarme.

Tu eres arquitecto, ¿cómo se te ocurrió abrir una boutique?

Poco a poco fui conociendo gente.  Como había llegado en octubre, todo el mundo me hablaba de la temporada turística, que yo desconocía totalmente.  Conocí a un chico que quería vender una tienda de artículos de cuero y algunas blusas en el número 4 de la Calle de la Virgen.  No tenía intención de comprar nada porque, efectivamente, quería seguir con mi carrera de arquitecto, pero el chico estaba tan desesperado por vender que bajaba y bajaba el precio.  Al final sucumbí porque la oferta era muy tentadora.  Compré pensando en abrirla en la temporada y después venderla.

¿Así empezó Paula's?

Más o menos.  Pocos días después de comprar el local me encontré con un sobre debajo de la puerta.  Era de una señora que quería comprar tres blusas que había visto durante el verano.  Me puse a buscar por toda la tienda y encontré una que correspondía a la descripción que hacía la señora.  Busqué entre los papeles la dirección de una modista.  La encontré en Santa Gertrudis.  Ella me confirmó que había hecho esa blusa y que podía hacer mas.  Las hizo y se las mandé a la señora, que me pagó espléndidamente.  Decidí comprar más tela y confeccionar más blusas.  Así fue el principio de Paula's.  Entre los patrones de la modista y mis diseños posteriores empezamos a hacer vestidos.  Pieza por pieza.  Así empecé un negocio sin inversiones, día a día, sin deudas, sin créditos, y así he seguido hasta hoy.

¿Cómo conociste a tu inseparable socio, Stuart?

Durante la primera temporada necesité ayuda en la tienda porque yo tenía que ocuparme de mis hijos.  Empleé a una joven inglesa, pero ella atraía a más hombres que a clientas.  Decidí buscar otra persona.  Encontré a Stuart sentado en la calle vendiendo hierbas ibicencas en pequeños paquetes hechos con cartones que encontraba en la basura.  Le contraté.  Fue un gran acierto.  Stuart ha sido el que dio el empujón que Paula's necesitaba porque era el que decoró y decora la tienda y el escaparate.    Stuart ha sido la simbiosis perfecta para el negocio.  Unas decoraciones muy originales y teatrales.  Es artista de artes plásticas.

Vuestra ropa ha sido y es muy internacional.   En una pelicula americana reconocí que la actriz principal llevaba vuestros vestidos.

-  Llegamos a vender nuestra producción en tiendas de Beverly Hills y Nueva York.


Las telas, ¿las diseñas tu?

Sí, lo hago todo de manera artesanal.  Compro el hilo, decido la manera de tejerlo, diseño los estampados a mano y hago los patrones con las modistas ibicencas.  Por supuesto que toda la confección se realiza en la isla.


También diseñaste e hiciste la decoración de algunos montajes del Ballet Nacional de Cuba de Alicia Alonso...

Conocí a Alicia Alonso a través de Pilar de Goitia, una amiga común, en Barcelona en 1987.  La ví en el Liceo y le seguí en su gira por España.  Cuando le faltó un traje de noche para el 50 aniversario del American Ballet Theatre, en Nueva York, se lo hice.  Después colaboré en cuatro ocasiones:  "Retrato de un Vals", "Cleopatra", "La Cenicienta" y "Yurislady" para el Festival Internacional de Ballet de La Habana.  El más emocionante fue "La Cenicienta", porque debido a mi producción y después de veinte años, el Ballet de Cuba actuó en Estados Unidos.  Tuvo un gran éxito.


¿Echas de menos tu trabajo de arquitecto?

-  De vez en cuando sigo trabajando.  Acabo de diseñar y construir una casa enorme en Holanda.


¿Qué piensas del "antes" y "después" de Ibiza?

-  La sentimentalidad del "antes" a mi no me va.  Yo vivo "ahora" y el cambio que se produce en todo momento es lo que da energía a mi vida, por lo tanto para mi Ibiza sigue teniendo la misma atracción de siempre porque los ibicencos siguen con las mismas cualidades humanas y la naturaleza tiene el mismo encanto.  El aire y la luz tienen la misma magia.  Estoy encantado con la vida en la isla.  Sigo viviendo en el campo en una casa payesa sin luz, sin agua, sin gas y sin baño.


¿También en invierno?

Sí.  Me ducho fuera con un cubo de agua de la cisterna.


Hay que tener valor..., ¿sigues en la misma casa de San Juan?

No.  En 1976 me mudé a mi propia casa, donde vivo en compañía de gallinas, pavos y gatos.  Cultivo mi propia huerta y estoy rodeado de almendros.  Un paraíso.



NOTA MIA:  En estos últimos años Armin ha sido un entusiasta introductor de la ópera en Ibiza.  Cada año hace un montaje de gran éxito.  Yo llegué a ver dos de sus óperas:  La Traviata y, si no me equivoco y recuerdo bien, La Bohème "en Ibiza" o sea en plan hippy.  Un planteamiento muy original.